miércoles, 5 de noviembre de 2014

FUERZAS ARMADAS Y SEGURIDAD PÚBLICA: PARA DISIPAR CONFUSIONES



Recientemente un ex presidente de la República, un candidato presidencial a las elecciones de 2015 y un ex ministro de Defensa han hecho declaraciones en favor del entrecruzamiento de las actividades militares con las policiales. Sus dichos entreveran de una manera inconveniente, contradictoria con la normativa vigente, las funciones de defensa y de seguridad. No son voces aisladas pues desde hace un tiempo se plantea, en diversas esferas y a través de diferentes medios, la alternativa de utilizar las Fuerzas Armadas en asuntos de seguridad pública: una opción gravosa en varios sentidos, que remite más al pensamiento mágico que al abordaje razonado de los problemas.
Las Fuerzas Armadas (FFAA) no son instituciones multipropósito. Son un seguro que los ciudadanos pagamos para defendernos de eventuales amenazas armadas externas que pudieren agredir nuestro territorio, nuestra población, nuestras autoridades o nuestros recursos. Para tal fin se educan, se preparan, se adiestran y son provistas de complejos y costosos sistemas de armas, de una doctrina militar y de un despliegue territorial diseñados para la eventual aplicación de la violencia en el grado extremo que requiere la guerra.
Por otra parte, la República cuenta con instituciones específicamente diseñadas para enfrentar los problemas de la seguridad pública, para lo cual también están formadas y entrenadas, dotadas de medios operativos e infraestructura y desplegadas en el territorio nacional. Todo ello conforme al marco constitucional y jurídico vigente. Las fuerzas policiales (Policía Federal, Policía de Seguridad Aeroportuaria y  policías provinciales) y de seguridad (Gendarmería Nacional y Prefectura Naval)  tienen el objetivo de coadyuvar en la aplicación de la ley y de prevenir, interrumpir y eventualmente investigar diversas formas de criminalidad.  En ocasiones se ven en la necesidad de utilizar la coerción para hacer efectiva la aplicación de la ley con un criterio de gradualidad, estricta adecuación de medios a fines y de preservación de la vida y de la integridad física de aquellas personas que deben constituir el objeto de su accionar. Argentina posee, así, fuerzas denominadas “intermedias” cuya formación, adiestramiento y doctrina les posibilita disponer de mayor flexibilidad y capacidad de respuesta para enfrentar amenazas a la seguridad interior. Este es un recurso –conviene destacarlo- con el que cuentan varios países de Europa y muy pocos en América Latina, entre ellos México que recientemente ha desarrollado un cuerpo de gendarmería.
En democracia, a partir de un amplio consenso pluripartidario,  se construyó en nuestro país un marco legal en materia de defensa y seguridad interior que define con claridad misiones y ámbitos de jurisdicción de sus FFAA y de sus fuerzas policiales y de seguridad, y deslinda con precisión y rigor sus respectivos campos de actuación. Producir una desviación de la misiones de las FFAA hacia funciones de seguridad pública involucra serios problemas y riesgos. Primero, porque el hecho de que usen armas no las capacita para lidiar con el delito. Soldados y policías están instruidos para actividades diametralmente diferentes, como se acaba de señalar, que implican dos modalidades distintas de uso de la violencia armada. Y segundo porque la mayor eficiencia que los militares supuestamente aportarían al trabajo policial no está verificada por la evidencia empírica disponible. No hay ejemplos exitosos del desempeño de las fuerzas armadas en funciones policiales. Por el contrario, lo que desgraciadamente se observa en los países de la región que han apelado al recurso militar es la persistencia del crimen organizado, fundamentalmente del narcotráfico. Pero además su uso frecuentemente implica un incremento en los niveles de violencia y de violaciones a los derechos humanosasí como de corrupción debido a la connivencia que suelen mantener con los grupos a los que debería combatir. Todo lo cual irremediablemente afecta a las instituciones militares pero,  más importante aún,  al propio Estado de derecho.
Entre las naciones que conforman la comunidad internacional prevalece la noción de que todo Estado debe contar con FFAA que garanticen su integridad y soberanía frente a agresiones militares externas. Conviene no olvidar, sin embargo, que los argentinos aprendimos en Malvinas que si las FFAA desvirtúan su oficio con el desarrollo de misiones ajenas a su función específica, ulteriormente no son un instrumento apto para defender la nación.
Cuando vemos que algunos dirigentes políticos exponen de manera poco responsable que la inseguridad o el narcotráfico debe combatirse con las FFAA, quienes hemos trabajado el tema por años nos sentimos muy preocupados. Hemos sido modestamente parte de la larga y costosa lucha por restablecer la democracia en Argentina, uno de cuyos primeros asuntos a resolver fue, precisamente, qué hacer con los militares. Estamos convencidos de que el pensamiento mágico es inconducente: no hay atajos para encarar satisfactoriamente nuestros problemas de seguridad pública. Y creemos que la especulación política de corto plazo engarzada a un discurso demagógico y efectista, cuyo objetivo es policializar la labor militar,  puede abrir la puerta a peligrosos futuros. No hay beneficio colectivo en la tergiversación de la función básica de nuestras FFAA; hay error acaso ingenuo en algunos y en otros sólo interesados –y riesgosos- oportunismos.
La confusión que entraña lo antedicho merece ser disipada. Llamamos a no aceptar un retroceso contraproducente, a aprender de los errores de terceros, y a encarar nuestros problemas de seguridad pública con responsabilidad ciudadana, sin enconos y con discernimiento.

FIRMANTES
ACUÑA Carlos; AGUAS Mariano; AINCHIL Gustavo; ALES Cecilia; ALESSANDRO Juan Manuel; ANGUITA Eduardo; APPIOLAZZA Martín; ARONSKIND Ricardo; ARSLANIAN León Carlos; AZNAR Luis; BALZA Martín; BLAUSTEIN David; BOLOGNA Bruno; BORDON Jose; BULCOURF Pablo; BURKUN Mario; BUSSO Anabella; CAÑON Hugo; CAPUTO Dante; CARRASCO DE LA RIVA Guillermo; CASTAÑO Jazmín; CASTIGLIONI Franco; CLEMENT Ana María, COGORNO Guillermo; COLOMBO ROQUE Ricardo; COLOMBO SIERRA Agustín; COMINI Nicolás;  CHILLIER Gastón;  D´ALOTTO  Alberto; DE ARRIBA Alberto; DEL PERCIO Enrique; DER GHOUGASSIAN Khatchik; DE ROSE Roberto; DIAMINT Rut; DUFOUR Gustavo; DVORKIN Eduardo; EISSA Sergio; ELBAUM Jorge; ESTEVEZ Eduardo; ESTRELLA Miguel Angel; FERNANDEZ Arturo; FERNANDEZ María Belén; FERNANDEZ Santiago; FÖHRIG Alberto; FORTI Alfredo; FREDERIC Sabina; FURMAN Rubén; GAK Abraham; GALLESIO Enrique; GARGARELLA Roberto; GARRE Nilda; GARRETA Jaime; GRIMSON Alejandro; JARAMILLO Ana; KANDIKO Ulises; LAVALLEN RANEA Fabián; LECHINI Gladys; LITVACHKY Paula; LOPEZ Ernesto; LOPEZ CHORNE Juan; LORETI Damián; MARCELLO Roberto; MARTINEZ Pablo; MAURINO Gustavo; MERKE Federico; MORENO OCAMPO Luis; NATANSON José; OSZLAK Oscar; OTAMENDI Alejandra; PALERMO Vicente; PALMIERI Gustavo; PARADISO Pepe; PASCALE Norberto; PASSERA Javier; PATIÑO MAYER Hernán; PIERINI Alicia; PINTO Mónica; PONS Roberto; QUILICI Domingo; RODRIGUEZ Jesús; RODRIGUEZ GAMES Nicolás; ROMANO Silvina; ROSTICA Julieta; SAIN Marcelo; SALOMON Alejandro; SANCHEZ ANTELO Raúl; SARLO Beatriz; SEGAL Alberto; SEMAN Ernesto; SOPRANO Germán; STUBRIN Marcelo; STUPENENGO Héctor; TAIANA Jorge; TALENTO Miguel; TIBILETTI Luis Eduardo; TIBILETTI María de la Paz; TOKATLIAN Juan Gabriel; TONELLI Luis; UGARTE José Manuel; VARNAGY Tomás; VAZQUEZ OCAMPO José María; VELAZCO María Luisa; VERBISTKY Horacio; VILLAGRA DELGADO Pedro; VIOR Eduardo; WATTS Jorge. 

martes, 28 de octubre de 2014

Los militares no deben ocuparse de la seguridad pública

Los militares no deben ocuparse de la seguridad pública - CLARIN ,  Martes 18 de Octubre 2014

Debate.La idea de utilizar a las Fuerzas Armadas para combatir al narcotráfico y la delincuencia involucra serios problemas y riesgos sin garantizar resultados positivos
por Ernesto López y Juan Gabriel Tokatlian
Recientemente un ex presidente de la República, un candidato presidencial a las elecciones de 2015 y un ex ministro de Defensa han hecho declaraciones en favor del entrecruzamiento de las actividades militares con las policiales. No son voces aisladas pues desde hace un tiempo se plantea, en diversas esferas y a través de diferentes medios, la alternativa de utilizar fuerzas castrenses en asuntos de seguridad pública.
Las Fuerzas Armadas (FFAA) no son instituciones multipropósito. Son un seguro que los ciudadanos pagamos para defendernos de eventuales amenazas armadas externas que pudieren agredir nuestro territorio, nuestra población, nuestras autoridades o nuestros recursos. Para tal fin se educan, se preparan, se adiestran y son provistas de complejos y costosos sistemas de armas, de una doctrina militar y de un despliegue territorial diseñados para la eventual aplicación de la violencia en el grado extremo que requiere la guerra.
Por otra parte, la República cuenta con instituciones específicamente diseñadas para enfrentar los problemas de la seguridad pública, para lo cual también están formadas y entrenadas, dotadas de medios operativos e infraestructura y desplegadas en el territorio nacional. Las fuerzas policiales (Policía Federal, Policía de Seguridad Aeroportuaria y policías provinciales) y de seguridad (Gendarmería Nacional y Prefectura Naval) tienen el objetivo de coadyuvar en la aplicación de la ley y de prevenir, interrumpir y eventualmente investigar diversas formas de criminalidad.
En democracia, a partir de un amplio consenso pluripartidario, se construyó un marco legal en materia de defensa y seguridad interior que define con claridad misiones y ámbitos de jurisdicción de sus FFAA y de sus fuerzas policiales y de seguridad. Producir una desviación de la misiones de las FFAA hacia funciones de seguridad pública involucra serios problemas y riesgos.
Primero, porque el hecho de que usen armas no las capacita para lidiar con el delito. Soldados y policías están instruidos para actividades diametralmente diferentes, que implican dos modalidades distintas de uso de la violencia armada. Y segundo porque la mayor eficiencia que los militares supuestamente aportarían al trabajo policial no está verificada por la evidencia empírica disponible. No hay ejemplos exitosos del desempeño de las fuerzas armadas en funciones policiales. Por el contrario, lo que desgraciadamente se observa en los países de la región que han apelado al recurso militar es el incremento de la corrupción a diversos niveles, el aumento de la violencia y de las de violaciones a los derechos humanos, y la persistencia del crimen organizado ligado al narcotráfico. Todo lo cual irremediablemente afecta a las instituciones militares pero, más importante aún, al propio Estado de Derecho.
Cuando vemos que algunos dirigentes políticos exponen de manera poco responsable que la inseguridad o el narcotráfico debe combatirse con las FF. AA, quienes hemos trabajado el tema por años nos sentimos muy preocupados. Hemos sido modestamente parte de la larga y costosa lucha por restablecer la democracia en Argentina, uno de cuyos primeros asuntos a resolver fue, precisamente, qué hacer con los militares. Estamos convencidos de que el pensamiento mágico es inconducente: no hay atajos para encarar satisfactoriamente nuestros problemas de seguridad pública.
Estas ideas han sido desarrolladas en un documento—cuyo texto puede consultarse en el enlace que fue firmado por algo más de 100 personas (entre ellas, quienes somos signatarios de esta nota), que componemos un amplio abanico de identidades políticas e ideológicas, pertenencias generacionales y competencias profesionales. En una infrecuente muestra de pluralidad y convergencia ese arco se nutre de nombres de ex ministros; ex jueces y ex fiscales; ex legisladores; un otrora alto jefe militar; una rectora y una decana en ejercicio; dos ex cancilleres, embajadores en funciones y ex embajadores; destacados intelectuales, académicos y profesores; un ex alto jefe de la Gendarmería Nacional; hombres y mujeres de la cultura; dirigentes y activistas del movimiento de derechos humanos; conocidos periodistas; y ex secretarios y subsecretarios de Estado, entre otros perfiles destacables.
Creemos que la especulación política de corto plazo engarzada a un discurso demagógico y efectista, cuyo objetivo es policializar la labor militar, puede abrir la puerta a peligrosos futuros. Entendemos que no hay beneficio colectivo en la confusión y en la tergiversación de la función básica de nuestras FFAA; hay error acaso ingenuo en algunos y en otros sólo interesados -y riesgosos- oportunismos. Cabe invitar, por eso, a no aceptar un retroceso contraproducente, a aprender de los errores de terceros, y a encarar los asuntos de seguridad pública con responsabilidad ciudadana, sin enconos y con discernimiento.
Ernesto López es sociólogo y ex embajador en Guatemala. Juan Gabriel Tokatlian es profesor de Relaciones Internacionales y Director de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella.

sábado, 18 de octubre de 2014

Nota Publicada en Página12 "Demagógico y efectista"

Nota Publicada en el diario Página12
Sábado, 18 de octubre de 2014

“DEMAGÓGICO Y EFECTISTA”
Intelectuales, políticos, periodistas y dirigentes de derechos humanos de diferentes posiciones políticas salieron al cruce de quienes quieren involucrar a las Fuerzas Armadas en la seguridad interior. Alertaron sobre el peligro que entraña “la especulación política de corto plazo”.

Más de un centenar de académicos, intelectuales, dirigentes políticos, artistas, periodistas y miembros de organismos de derechos humanos manifestaron su preocupación por la repetición del “discurso demagógico y efectista” que propone utilizar a las Fuerzas Armadas en asuntos de seguridad pública e hicieron un llamado a “no aceptar un retroceso contraproducente” y actuar con “responsabilidad ciudadana”. El documento se titula “Fuerzas Armadas y seguridad pública: para disipar confusiones”, advierte sobre los peligros que entraña “la especulación política de corto plazo” y lleva las firmas de personalidades diversas como la ex ministra Nilda Garré, la ensayista Beatriz Sarlo, los ex cancilleres Jorge Taiana y Dante Caputo, el general retirado Martín Balza, el politólogo Vicente Palermo y el periodista y presidente del CELS, Horacio Verbitsky.

En los últimos meses varios dirigentes plantearon la intervención militar en la represión del narcotráfico. “Recientemente un ex presidente de la República, un candidato presidencial a las elecciones 2015 y un ex ministro de Defensa ha hecho declaraciones en favor del entrecruzamiento de las actividades militares con las policiales”, arranca el documento, que evita los nombres propios pero advierte que el uso de militares en tareas policiales contradice la normativa vigente y es “una opción gravosa en varios sentidos, que remite más al pensamiento mágico que al abordaje razonado de los problemas”.

Las Fuerzas Armadas existen “para defendernos de eventuales amenazas armadas externas”. Los militares se educan y adiestran “para la eventual aplicación de la violencia en el grado extremo que requiere la guerra”, explica el documento. Para enfrentar los problemas de seguridad pública, la República cuenta con “instituciones específicamente diseñadas”, fuerzas formadas y entrenadas “conforme al marco constitucional y jurídico vigente”. Se trata de las policías y fuerzas de seguridad, que en determinadas ocasiones pueden “utilizar la coerción”. La “formación, adiestramiento y doctrina” de las fuerzas “intermedias” les permite inclusive “mayor flexibilidad y capacidad de respuesta para enfrentar amenazas a la seguridad interior”, destaca el texto que suscriben también el ex ministro León Arslanian, el constitucionalista Roberto Gargarella, el politólogo Juan Gabriel Tokatlian, el dirigente radical Marcelo Stubrin, el ex fiscal Hugo Cañón y el cineasta David Blaustein.
El marco legal vigente, fundado en “un amplio consenso pluripartidario”, diferencia claramente las misiones y campos de actuación de las fuerzas militares, policiales y de seguridad. “Producir una desviación de las misiones de las FF.AA. hacia funciones de seguridad pública involucra serios problemas y riesgos”, advierten. En primer lugar, más allá de que todos usen armas, “soldados y policías están instruidos para actividades diametralmente diferentes”, recuerdan. La supuesta eficacia militar, advierten, está descartada. En los países que apelaron al recurso militar se observa “la persistencia del crimen organizado, fundamentalmente del narcotráfico”, un “incremento de los niveles de violencia y de violaciones a los derechos humanos”, y también mayor corrupción por “la connivencia que suelen mantener con los grupos a los que deben combatir”.

“Los argentinos aprendimos en Malvinas que, si las FF.AA. desvirtúan su oficio”, como ocurrió durante el terrorismo de Estado, “ulteriormente no son un instrumento apto para defender la Nación”, recuerdan. Hacia el final se manifiestan “muy preocupados” al ver que “dirigentes políticos exponen de manera poco responsable” sobre el tema y advierten que “el pensamiento mágico es inconducente”.

“Creemos que la especulación política de corto plazo engarzada a un discurso demagógico y efectista, cuyo objetivo es policializar la labor militar, puede abrir la puerta a peligrosos futuros”, señalan. Sin personalizar, arriesgan que en algunos casos se trata de un error “ingenuo” y en otros de “interesados y riesgosos oportunismos”. Concluyen con un llamado “a no aceptar un retroceso contraproducente, a aprender de los errores de terceros y a encarar nuestros problemas de seguridad pública con responsabilidad ciudadana, sin enconos y con discernimiento”.

Link a la nota en Pagina12: